Y yo caprichosa mortal, bailo y bebo en cada fiesta, rindo culto a cada Dios las mil caras del Dios mismo. Me quedo con lo mejor, a veces con lo peor de cada geografía.
Aqui y allá,hay pájaros como gente,viajeros como nubes y sonrisas como soles. Hay penas y alegrías; justicias y desgracias.Donde voy,encuentro hermanos y la tierra toda me resulta, una casa siempre grande.
En la noche te hallé, mujer de agua; parada en la frontera de la lluvia.
Cargando con las selvasy montañas que en silencioy lentamente te desnudan. ... En la tardete abracé hombre de fuego y murieron casi todas las palabras,
y llegaron hasta mí los horizontes con los límitesborrados por tu danza ... (el amores un vapor inesperado)
Ten cuidado amigo mío de los que aprenden mirando. De los neutrales siempre tibios y los inventores de leyes. De los sabios, gurúes, los eternos disertantes. De los dueños de la verdad. De los mercaderes del la verdad. De los enhebradores de verdades. De los que han pasado por aquí como si no hubieran estado. De los jamás golpeados por tormentas o desgracias. De los que no tienen cicatrices en el cuerpo ni en el alma y de aquellos que en ningún momento necesitaron un Dios cualquiera.
Ten cuidado amigo mío, ten cuidado y no esperes nunca, que te comprendan.
Yo no sabía que la tristeza era dulce. Que se podía tocar este hueco redondo, sin ponerle tu nombre. Que este dedo que presiona el pecho podía ser aceptado sin mas, como el nido de cualquier pájaro exótico. Yo no sabía que podía dejar aletear a la tristeza y menos sabía que son sus alas las que me hacen andar por estas calles de piedra como si yo,fuera otra.
No sabía que podía pararme y verte cruzar por la vereda de enfrente. Que podía mirar tu cara y saberme no vista. Que podía vivir con la certeza de todos tus finales. Yo no sabía que la tristeza era dulce, ni que podia deslizarse por las manos,como un poco de miel vieja.
Arrancarse la piel con las uñas largas. Masticarla con las uñas cortas. Sacarse toda la piel muerta y la piel que asesina. Sacarse la piel de a poco, y no. De golpe y tampoco. Sacarla. Siempre sacarla.
Piel sin alma. Piel que a nadie sirve. Arrancarse la piel seca. Arrancarsela toda y quedar en carne viva. Arrancarla sin dar explicaciones a nada ni nadie. Dejar que el Dios viento nos alivie, o nos susurre.
Que se mueran de una vez, todas las pieles que he sido.Que se mueran de a poco y no. De golpe y tampoco. Que se mueran de verdad y me dejen sola. Que quede yo, sin comparacion, sin alternativas, por fin libre de necesitar espejos.
Es rara la esperanza, nos hace creer ante la última palabra, la llegada de otra mejor. Es rara porque no nos deja ver las promesas como lo que son: promesas. Es raro creer que sobre las leyes de la tierra, prevalecerá el milagro. Es raro, esperar otro día D hora H. Convencerse de que siempre tras la despedida habrá un encuentro.
Esperar esperanza, esperanza de esperar. Cuantos mundos distintos.
Fue raro verte partir esta mañana, sin saber casi nada de mí y con tantas certezas de lo contrario. Mas que raro, fue triste. La esperanza no es verde. Mis ojos tampoco. 11 de mayo de 2007. Cusco. Perú.
Había viajado todo el rato imaginando hazañas. Escalando montañas, navegando ríos, inventando circos, hablando idiomas extrañísimos. Conquistando mundillos y sonrisas socarronas. Creyendo volver a contártelas. Creyendo regresar a que te alegraran mis historias. Creyendo. De verdad creyendo.
Yo tenía guardada en el bolsillo una estrategia. Apreté fuerte la mano. Sentí esperanza y caminé. Miré mi mochila cargada de restos arqueológicos, de fotos, de planisferios y esperé. Dí unas vueltas y nada. Disimulé teatralmente. Los segundos fueron carcomiendo el entusiasmo. Mis historias fantásticas se demolieron lentamente. Tu ausencia se hizo certeza. Tomé un café y me hice fuerte. El mostrador quedó vacío de mi última oportunidad. A las 5 de la mañana estaba en la calle.
Quien sabe si los audaces de la historia no fueron solo pobres tipos, despojados de su sencillez querida. Quien sabe si solo fueron desterrados de los abrazos que esperaban. Quien sabe si durante las noches no lloraban de soledad, quien sabe si todavía creen, que esto ha valido la pena.
No me pediste nunca que me quedara. A lo lejos alguien canta. A lo lejos, como siempre. Montevideo. Uruguay.
La primitiva voz, en la seca edad; en un tiempo Taripay que yo también espero. ¿Dónde vive el corazón de la tierra?, ¿cuántas veces por día, dices que late? Mis delgados pies inhalan la sabiduría sencilla. El viento y el frío fortalece al guerrero. Silencio. Silencio. Otra vez silencio. Apusimita... Más silencio. Bienvenida a casa