domingo, agosto 22, 2010

Otro cuerpo


Sabía que sólo tenía que soportar el silencio y la soledad. Los dolores habían empezado y crecían poco a poco.

Solo quedaba la resistencia y quietud de la vieja cama.
La sábana mojada de sudor y la sensación cada vez más fría.

Sintió el desgarro en el vientre y dio un grito.
Se le cortó la carne y salió abruptamente, la primera mano izquierda. Mas fina. Mas blanca que violácea... Cubierta de esa sustancia pegajosa.

Después salieron, desde dentro de sí misma, otros pies más pequeños (casi sin peso, ni valor); enredados a ellos nació la segunda mano izquierda, más violácea que blanca.

Y vio los senos de mujer, el sexo de mujer y la misma figura de mujer, parió. El mismo cuello que soportaba ahora este mismo rostro pero diferente. Un rostro igual al de antes pero más limpio, con ojos más grandes que se esforzaban por mantenerse abiertos. Los dedos largos que se estiraban, reconociendo la superficie. Las rodillas aún dobladas, sin experiencias, ni recuerdos. Los codos sin culpas ni rencores. El aliento sin juicio. Las pequeñas orejas auto-paridas.

Fecundada por sí misma, sin llanto y sin ombligo.

No había sangre.

La cama dejó de temblar y por fin abandonó ella, el cascarón viejo y cansado, y mudó su alma, nueva también al nuevo cuerpo que dejaba ya, de arrastrarse.

(De "Cuentos Neuróticos", Cusco. 2003)