lunes, noviembre 06, 2006

La visita


La sorprendí varias veces entre mis frascos pequeños atrapada por el aroma a incienso indio. Se desprendía de sí misma y navegaba por una calle de claridad que encontraba sólo ella en el dormitorio.

Volvía cuando quería. Cuando nadie la esperaba, ni la llamaba.
Volvía cuando quería y otra vez, encontraba mis pequeñas cajas de latas multicolores y las habría una por una.

Respiraba con avaricia. Sí, porque respiraba de un modo irreparable para los vivos. Respiraba y se llevaba todos los aromas y los olores que a mí, me había tomado todo el día juntar.

Nunca dejaba nada.

Ella no me veía, o no quería verme. Eran sólo mis objetos, lo que la empujaba a venir una y otra vez, a mitad de la tarde o al fin de la noche.

No era necesario que yo escondiera o que por el contrario intentara tentarla con alguna cosa, no daban resultados tales experimentos. Todas las veces encontraba alucinaciones distintas. Los peines, mis zapatos, el reloj. Las almohadas, los cuadernos y los lápices. El sacapuntas, los collares, la goma, los pañuelos...

Hay que convencerse... Algunos espíritus entran en cualquier lado, con tal de salvar algún recuerdo.


De "Reconstrucciones". Montevideo. 1996

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